Karla era un koala pequeñito que vivía en el kilométrico eucalipto del parque Kiki. Aunque la letra K no era muy común, todo lo que rodeaba a Karla comenzaba con ella.

Una mañana, mientras masticaba las crujientes hojas de su árbol, Karla escuchó un sonido desconocido: "Kiii, kaaa, kooo". Siguiendo la melodía, encontró un karaoke que habían instalado en el parque.

Curiosa, Karla decidió intentarlo. Tomó el micrófono, y "Kukú, ka-ka-ka", cantó una canción de cuna que su mamá koala le había enseñado. Los kiwis, los kinkajous y hasta los kakapos, todos se acercaron a escucharla.

Pronto, Karla se convirtió en la sensación del parque. Cada mañana, los animales se reunían para hacer "Kikirikí" y "Krukru" al ritmo de las canciones del karaoke.

Un día, un pequeño kanguro llamado Ken se acercó tímidamente y dijo: "Kikí, ¿puedo intentarlo?" Karla asintió y pronto "Klok, klok", Ken estaba saltando y cantando al mismo tiempo.

Los días en el parque Kiki se llenaron de risas, saltos y muchos "kukus" y "kikis". Cada animal tenía su canción especial y juntos crearon el coro más kool de la jungla.

Una tarde, mientras el sol se ponía, Karla pensó en organizar un gran concierto de karaoke. Así que, con la ayuda de Ken y todos sus amigos, construyeron un escenario y una noche, bajo un cielo lleno de kites brillantes, la música y la risa llenaron el aire.

Y así, el pequeño parque Kiki se convirtió en el lugar más kool para todos los animales, gracias al koala Karla y su karaoke.

Preguntas para "Karla, el koala que conocía el karaoke"