En un tranquilo valle, vivía Violeta, una vaca que soñaba con volar. Mientras las demás vacas pastaban y rumiaban, ella miraba al cielo y se imaginaba surcando las nubes.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Violeta encontró unas grandes y hermosas alas de mariposa. Sin dudarlo, las ató a su espalda. "¡Esto tiene que funcionar!", pensó emocionada.

Con un gran impulso, ¡Violeta comenzó a elevarse! Al principio, tambaleaba en el aire, pero pronto aprendió a balancearse y volar con gracia. Los pájaros y las mariposas la miraban asombrados mientras ella zigzagueaba felizmente entre ellos.

Las noticias volaron rápidamente por el valle. "¡Ven a ver!", gritaban las vacas, "¡Violeta está volando!" Todos los animales se reunieron para ver el asombroso espectáculo de la vaca voladora.

Sin embargo, después de horas de diversión, Violeta comenzó a extrañar el suelo. Aunque volar era emocionante, también extrañaba pastar y estar con sus amigas. Pero había un pequeño problema: no sabía cómo aterrizar.

Valentina, una astuta y vieja corneja, se acercó a Violeta y le susurró un consejo al oído. Con un poco de nerviosismo, Violeta siguió sus instrucciones y poco a poco fue descendiendo hasta que, finalmente, sus pezuñas tocaron el suelo.

Aunque contenta de estar de vuelta, Violeta siempre recordará su aventura en el cielo. Y aunque las alas de mariposa finalmente se desvanecieron, su valentía y su espíritu aventurero nunca desaparecieron.

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