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Quinto el ratón y queso
En el tranquilo pueblo de Queslandia, todos los animales adoraban el queso. Pero había un ratón, Quinto, que jamás había probado uno.
— ¿Por qué no comes queso, Quinto? —preguntó Quira, la ardilla, mientras mordisqueaba un trozo de queso cheddar.
— ¡Oh, Quira! No sé, nunca lo he intentado —respondió Quinto, encogiéndose de hombros.
— ¡Tienes que probarlo! —exclamó Quino, el conejo—. El queso roquefort es mi favorito.
Quinto, intrigado, decidió darle una oportunidad. Todos sus amigos se reunieron, trayendo sus quesos favoritos para compartir. Hubo queso suizo, queso mozzarella, queso feta y muchos más. Quinto mordisqueó un poco de cada uno.
— ¡Esto es delicioso! —dijo sorprendido—. No sé por qué esperé tanto tiempo para probarlo.
Todos rieron y continuaron disfrutando de la fiesta de queso. Pero entonces, algo sorprendente sucedió: Quinto comenzó a crecer... ¡y crecer! En pocos segundos, era el tamaño de una casa.
— ¡Ayuda! —gritó Quinto, asustado.
— ¡Es el efecto queso! —dijo Quira riendo—. Pero no te preocupes, solo dura unos minutos.
Efectivamente, poco después, Quinto volvió a su tamaño normal, aunque un poco mareado. Desde ese día, Quinto disfrutó del queso, pero con moderación, ¡nunca sabía cuándo podría crecer de nuevo!
Preguntas para "Quinto el ratón y la questión del queso"
— ¿Por qué no comes queso, Quinto? —preguntó Quira, la ardilla, mientras mordisqueaba un trozo de queso cheddar.
— ¡Oh, Quira! No sé, nunca lo he intentado —respondió Quinto, encogiéndose de hombros.
— ¡Tienes que probarlo! —exclamó Quino, el conejo—. El queso roquefort es mi favorito.
Quinto, intrigado, decidió darle una oportunidad. Todos sus amigos se reunieron, trayendo sus quesos favoritos para compartir. Hubo queso suizo, queso mozzarella, queso feta y muchos más. Quinto mordisqueó un poco de cada uno.
— ¡Esto es delicioso! —dijo sorprendido—. No sé por qué esperé tanto tiempo para probarlo.
Todos rieron y continuaron disfrutando de la fiesta de queso. Pero entonces, algo sorprendente sucedió: Quinto comenzó a crecer... ¡y crecer! En pocos segundos, era el tamaño de una casa.
— ¡Ayuda! —gritó Quinto, asustado.
— ¡Es el efecto queso! —dijo Quira riendo—. Pero no te preocupes, solo dura unos minutos.
Efectivamente, poco después, Quinto volvió a su tamaño normal, aunque un poco mareado. Desde ese día, Quinto disfrutó del queso, pero con moderación, ¡nunca sabía cuándo podría crecer de nuevo!
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